Txema Salvans, Barcelona 1971

Alcanzar la felicidad
Todas las noches, antes de irme a dormir, me lavo el cerebro por dentro para poder dormir como un bebé. Este método no me lo recetó ningún médico extraño, lo inventé yo mismo cuando era joven como fórmula de higiene mental.

Creo sinceramente que la felicidad es el mayor regalo que podemos darnos cuando nos enfrentamos a nuestro destino mortal. Elijo la fotografía, una de las formas más intensas de mirar y experimentar la vida cotidiana. Tomar fotografías también es una excelente manera de interactuar con la gente y para mí, alguien tan sociable como optimista, esta interacción con los seres vivos es algo tan necesario como respirar; pero debe ser una interacción positiva. Y aquí es donde es posible ver los aspectos de la vida que más me fascinan, aquellos que reservamos únicamente a la búsqueda de esa frágil meta llamada felicidad: espacios físicos y mentales de ocio entendidos como reinos de afirmación de la vida, alejados del trabajo duro del esfuerzo asalariado y del sacrificio.

Creo que mi manera de mirar ha pasado de la sorpresa, la ironía o la celebración a una aceptación satisfecha de las manifestaciones ajenas, cada vez menos juzgadora, cada vez menos recíproca y cada vez más madura.