The Waiting Game es un proyecto artístico que explora tres de las características que nos definen como especie: somos animales sociales, conscientes de nosotros mismos y que vivimos en relación con nuestro entorno.
La presencia física del hombre o del animal en espacios rurales, urbanos e industriales revela la relación distópica del ser humano consigo mismo, con los demás y con la totalidad de su entorno.
In The Waiting Game III, el vínculo del perro con el hombre es el ejemplo elegido para abordar la forma en que nuestra especie se relaciona con el entorno natural.
El perro ha representado en nuestra cultura reciente como paradigma de fidelidad, animal de peluche vivo o ser entrañable.
Pero en este caso se trata del perro que cumple una función de guardián, que espera y protege generalmente encadenado o encerrado detrás de una reja, un muro o una valla metálica.
Que nace y muere en el mismo lugar y que vive sujeto a su dueño, un humano capaz, como en muchos otros casos de relación con el entorno, de distanciarse emocionalmente de su animal hasta extremos de crueldad.
Son perros a los que, faltos de la más mínima atención, el tiempo los envía a un futuro lento y triste.
Y, sin embargo, son animales que se ofrecen sumisamente para cumplir la misión que les ha sido encomendada y que obedecen con avidez la voz de su amo, de quien sólo obtienen el alimento suficiente para perpetuar su día a día.
Perros que son tratados como un simple recurso instrumental.
Estas imágenes muestran la relación que el hombre establece con la naturaleza.
Tras el control de los alimentos a través de la agricultura y el dominio de los animales, los humanos comenzaron a sentir que pertenecían a una esfera existencial diferente y superior del mundo que los rodeaba y convirtieron su relación con la naturaleza en un continuo esfuerzo utilitario que hasta el día de hoy no ha dejado de aprovechar cualquier recurso disponible.